tú me proteges del mal,
no tienes que ser un dios
para poderte adorar.
Es tuya la vida mía,
te la ofrezco sin dudar,
mi corazón en tu pecho
si gustas, puedes llevar.
Cada suspiro es por ti,
sólo miro por tus ojos
y con gusto cumpliría
cada uno de tus antojos.
El "dios" del amor nos atrapa siempre en algún momento, Tania.
ResponderEliminarTe ha quedado un poema de mucha entrega y simpático. Bien por ti.
Besos.
Gracias, Jose. Sí, mi intención era retratar un amor de mucha entrega y mucha 'fe' en el otro.
EliminarBesos***